Llegamos al Cusco a las 9:38 a.m. Marcos, un amigo de la familia, nos recibe calurosamente y nos anuncia que el será nuestro guía durante nuestro descubrimiento del Cusco y del Valle Sagrado de los Incas. El conduce una camioneta Mitsubishi 4x4 con motor diesel. Además de Marcos, somos cinco pasajeros: Giuliano, Guillaume, Yoandra, Jorge y Pierre. Marcos nos lleva al centro de la ciudad, donde todo es diferente de Lima, incluyendo el cielo de un azul profundo y sin nubes. La mayor parte de las edificaciones están techadas con tejas de barro cocido. Es de notar en las consrucciones muchos vestigios de la España colonial sobre una infraestructura sólida de piedra que ciertamente es de factura inca. Las calles son estrechas y tienen pavimento de piedra. Nos alojamos en un pequeño hotel, el “Eureka”, que queda en la calle Chiwanpata, en el barrio de San Blas. Nos reciben con un “mate de coca”, una infusion de hoja de coca, símbolo de cordialidad y remedio eficaz para combatir el mal de altura. Tras una hora de reposo, salimos de paseo al centro de la ciudad. El hotel no está lejos de la Plaza de Armas, donde encontramos dos magníficas iglesias de estilo colonial: la Catedral, y la Compañía de Jesús, por desventura edificadas destruyendo palacios de la civilización Inca.
CUSCO

La catedral del Cusco
Recorremos las encantadoras callejuelas que suben y bajan a veces rectas y evitando los vehículos que parecen no tener respeto alguno por los peatones. En algunas partes no hay veredas o son estrechas y debemos bajar a la calzada. La gente sonríe y muchos de ellos son pequeños comerciantes que nos abordan con sus productos artesanales para tratar de vendernos algo. Son muy tenaces y nos llaman «papito» o «papacho» o «señorcito», suerte de diminutivos amistosos con los que intentan incitarnos a comprar sus productos. A la par, evaluamos los restoranes pues hace rato que es hora de almorzar. Los precios varían mucho por su menú completo: entre US $ 1.50 y $ 6.00 (de 5 a 20 soles). Finalmente, encontramos uno llamado «Mamacha» en la cale Waynapata. El menu cuesta $ 2.00 y viene con una «sopa a la minuta», un plato fuerte con arroz, papas fritas y carne de res llamado «lomo saltado» y una taza de «mate de coca». !Un buen trato!

El centro de la ciudad de Cusco
Después de comer, nos dirigimos al Mercado central atravesando una vez más la Plaza de Armas para tomar por la calle Santa Clara que se dirige al sur-oeste de la ciudad. Ante nosotros se levanta una gran portada con tres arcos y un personaje religioso que lo corona, rodeado de esculturas de cóndores. Cruzamos la portada y minutos después nos encontramos con el mercado central a la izquierda y la iglesia de San Pedro al frente. Entramos al mercado buscando hojas de coca. Hay largas hileras de puestos con alimentos de muchas clases. Las vendedoras nos llaman sin cesar para ofrecernos un vaso de jugo fresco, pero es inútil, pues venimos de comer y beber. Hay igualmente un vasto surtido de cereales de todos los colores incluyendo gran variedad de granos de maíz. Encontramos de todo: pan, legumbres, queso, carne, etc. pero no las hojas de coca. Percibiendo nuestro imprudente recorrido, dos jóvenes policías nos abordan de pronto para advertirnos del peligro de caminar desprevenidamente con nuestras cámaras fotográficas en bandolera y sin estuche de protección. El barrio del Mercado no es del todo seguro y los policías nos explican los métodos que usan los ladrones para apoderarse de los apartos o de los bolsos de mano. Lanzan agua al rostro de los turistas y a veces hasta les escupen para crear un efecto de sorpresa. Mientras que el turista se limpia, los ladrones arrancan su botín. Cuando les dijimos que buscábamos hojas de coca, los policías nos llevan a una tienda fuera del mercado donde las hojas se venden por kilo; unos cuantos gramos bastarán.

La cuesta de San Blas
En seguida, visitamos un Mercado de productos artesanales donde Pierre compra un sueter o chompa en lana de alpaca a treinta soles tras largo regateo. En Perú el regateo es la regla. Aunque todos los precios son transables, ello depende del vendedor. Regresamos al hotel para un descanso de un par de horas, como recomendó Marcos. Después salimos para comer en un restaurante de la Plaza de Arnmas que vimos al mediodía. Se llama “El Emperador”; el menú es abundante y cuesta quince soles. Tenemos una mesa sobre el balcón, frente a la Plaza de Armas, con una formidable vista. Unos músicos se acercan tocando aires típicos de los Andes y Pierre toma muchas fotos. La comida es Buena y el vino también. Jorge sale un momento para encontrarse con Marcos, que nos espera en el hotel para llevarnos por una visita guíada de la ciudad de noche. Subimos a una colina cerca de Sacsayhuamán para ver el “cristo Blanco”. La vista del Cusco es magnífica y se pueden notar las distintas iglesias de la ciudad: La Merced, San Francisco, San Pedro, Belen, San Cristobal, Santa Ana, El Triunfo. Las luces de la ciudad no son demasiado fuertes y permiten escrutar el cielo a la busca de estrellas. Regresamos al hotel cruzando toda la ciudad a las 22:00 horas.

Mapa de los alrededores del Cusco
4 de Julio de 2006
La noche es dulce y tranquila en el Cusco, aunque algo fría. El desayuno del hotel se compone de huevos hervidos acompañados de una ensalada de frutas y un mate de coca. A las 9 de la mañana llegan Tito y Giuliana acompañados de Marcos. Ellos vienen del aeropuerto para instalarse en el mismo hotel. La aventura en el Cusco recién comienza. Marcos nos lleva a las ruinas de Sacsayhuamán. Pagamos setenta soles por el billete turístico de entradas múltiples. La entrada a las ruinas es impresionante. Ante un gran espacio abierto se alzan tres hileras de enormes piedras dispuestas en zigzag sobre tres niveles diferentes. Cada hilera está compuesta de un conjunto de enormes bloques labrados que encajan entre sí con gran perfección y sin mortero alguno. Una guía nos ofrece sus servicios en el lugar, lo que aceptamos
SACSAYHUMAN

Frente a los enormes bloques labrados y ensamblados de Sacsayhuamán
Nuestra guía nos explica que Sacsayhuamán no es una fortaleza como creyeron los españoles, sinó un lugar de culto y que el nombre en lengua quechua significa «águila satisfecha». También nos dice que la ciudad del Cusco se llamaba originalmente «Qosqo» y que ella habría sido construída según la forma de un puma del cual la cabeza era Sacsayhuamán (al norte) y donde el Coricancha (al centro) era la parte genital. Ella nos cuenta que las hileras de piedra representaban los dientes del puma, mientras que la torre circular en la cima de la colina era el ojo. Mientras subimos hacia la cumbre, aprendemos un poco mas sobre las piedras utilizadas en Sacsayhuamán: su origen, sus formas, las teorías sobre los métodos para labrar estas piedras de múltiples ángulos, las técnicas para transportarlas y las formas tan caprichosas con las que encajan. Estamos muy impresionados por estos trabajos casi incomprensibles y tan fascinantes.
Mapa de Sacsayhuamán
Una vez en la cumbre, todo lo que queda de la torre principal «Muyucmarca» son los cimientos. Esta habría estado compuesta de tres muros circulares y concéntricos sobre cuatro niveles: un reservorio de agua, un almacén de comida, un depósito de armas y un templo al dios Sol. Observamos los restos de otras dos torres de base cuadrada: «Paucamarca», dedicada a funciones religiosas, y «Sullamarca» la guarnició?n. La vista del Cusco desde la cumbre es notable. Para terminar la visita, descendemos los contrafuertes del lado Este unidos por escaleras y puertas trapezoidales. La guía nos habla del culto inca por el reino animal y por la trilogía de la vida: el futuro, el presente y el pasado, representados por el condor, el puma y la serpiente que al asociarlos con sus hábitats tendremos el cielo, la tierra y el mundo subterráneo.

Los restos de la torre "Muyucmarca"
Hacia el horizonte, en direccin Sur-Este, puede verse la cordillera de los Andes coronada por el Ausangate (6,373 metros) que es el pico mas representative de los alrededores del Cusco. Dejamos Sacsayhuamán para pasearnos por las inmediaciones y nos encontramos frente una explanada con una especie de enorme piscina circular con asientos labrados en las piedras. También hallamos un largo tunel totalmente obscuro y estrecho que atravezamos tanteando con la mano derecha la pared para no perder el camino, y utilizando la mano izquierda hacia arriba y adelante para evitar golpearnos la cabeza con imprevisibles estalagmitas.

La puerta “Rumi Punku" al Este del complejo
En seguida, Marcos nos lleva a Tambomachay, donde se encuentran los Baños del Inca, que es un lugar arqueológico de culto al agua. Está construído al pie de una montaña con piedras finamente labradas. Tres acueductos llevan hasta los baños las aguas provenientes de fuentes subterráneas. El origen de ellas es desconocido. El lugar está rodeado de colinas suaves que ofrecen a los visitantes una atmósfera de tranquilidad. Son de notar que hay muchos productos artesanales esparcidos sobre tapices al borde del camino de acceso, pero desgraciadamente, todos los vendedores están ausentes.

Tambomachay o los baños del Inca
En seguida, partimos hacia Quenqo, el «laberinto», un sanctuario inca tallado en una gran roca calcárea con la escultura de un intihuatana para medir el tiempo y otras figuras utilizadas probablemente en ritos religiosos. La roca está atravesada por túneles con altares probablemente ceremoniales. El anfiteatro adyacente a la roca es semi-circular, con diecinueve asientos que enfrentan un gran bloque amorfo cuya sombra, proyectada sobre el santuario se convertiría en la silueta de un puma el día del solsticio de invierno en el hemisferio sur (el 21 de junio).

Patio semi-circular de Qenqo con el bloque "puma"
Luego, partimos hacia otro sitio arqueológico: Puca Pucara. Este edificio se levanta en la cumbre de una colina como un punto de vigilancia. El nombre de Puca Pucara quiere decir fortaleza roja en Quechua y esto viene del hecho que las torres y terrazas han sido construidas con piedras rojizas. A las 14:00 horas retornamos al Cusco para primero disfrutar de la vista panorámica de la ciudad que se ofrece desde un salon del restaurand donde vamos almorzar. Marcos recomienda la sopa “chairo” que acabará siendo nuestra sopa preferida.

Vista de Puca Pucara
Una vez en el hotel, descansamos antes de ir a visitar el Templo del Sol o Qoriqancha, «Corral del Oro». Este era el templo mas sagrado del Imperio de los Incas. Está en el centro de la ciudad del Cusco; este edificio era el major decorado entre todos. Los muros estaban cubiertos con láminas de oro que los españoles arrancaron de las paredes cuando la conquista del Perú. Se dice que tenía un jardín central en el que todas las estatuas eran de oro macizo. Hoy subsisten poco mas que los cimientos de piedra finamene labrada que han servido de base a la construcción de la Iglesia de Santo Domingo. Quedan igualmente algunas cámaras de arquitectura trapezoidal. Hallamos también diversas terrazas que pertenecieron a los templos de dioses como el Inti, el dios sol; Quilla, la diosa luna; Illapa, el dios Rayo; Kuychi, el dios arco iris, y otros. En el sector colonial, visitamos la pinacoteca, dónde encontramos cuadros y esculturas de la escuela cusqueña. Mas tarde visitamos una iglesia de estilo barroco: La Merced. Ella está decorada con numerosas esculturas y pinturas de arte colonial. Después de una jornada repleta de eventos, nos vamos a recorrer el «Centro Artesanal de Cusco» donde compramos muchos recuerdos: pumas, trilogías, suéteres, sombreros, etc. siempre aplicando el regateo. Después, Marcos nos lleva con amigos para asegurar los tickets para Macchu Picchu. A las nueve de la noche retornamos una vez mas a la Plaza de Armas para pasear, contemplar los edificios iluminados y regresar al café Ayllu para comer. Los adultos del grupo degustan una bebida alcoholizada con pisco, llamada «ponche de leche», con un sandwich mientras que los niños toman el acostumbrado «mate de coca».

Galería de la Pinacoteca del Coricancha o Templo del Sol
5 de Julio de 2006
Nos despertamos a las 4:30 de la mañana para tomar el desayuno que no estaba previsto pero que apreciamos en gran medida. A las 5:20 llega Rafael para llevarnos a la estación San Pedro. La partida está prevista a las 6:00 a.m. Hay mucha gente, pero no tenemos problema para instalarnos en nuestro vagón. El vetusto tren es halado por una locomotora diesel; está pintado por fuera en azul. Los rieles son mas estrechos que aquellos a los que estamos habituados. Dejamos la estación a la hora prevista. El tren se balancea de izquierda a derecha como meciéndonos y chirriando de tiempo en tiempo. Hace frío, tal vez cero grados en el exterior. El tren hace zigzags para subir pesadamente la montaña. Atravesamos barrios pobres de la ciudad. Las casas están esparcidas sobre las laderas y el aceso a ellas parece limitado a largas y empinadas escaleras. Nos alejamos del Cusco para cruzar tierras cultivadas que acaricia la luz de una mañana soleada. El paisaje es bello, con muchas tonalidades de amarillo castaño. Observamos a los escolares que marchan al pie de los campos; parecen estar habituados a este frío seco porque sus movimientos son ligeros. Tras una hora y media de ruta, se aprecia hacia el Oeste la impresionante vista piramidal del Salcantay (6,271 metros), el segundo pico más alto de la region. Los valles transversales se suceden uno tras otro. A las 9:45 notamos que la vegetación se vuelve más densa y verde. Nos detenemos en el kilómetro 104 en Ollantaytambo. Una voz anuncia gritando: «Camino del Inca», «Inca Trail». Es el punto de partida del camino a pie hacia Macchu Picchu. Un panel indica: «Camino Sagrado». Después volvemos a partir para una hora y media siguiendo el río sagrado: el Urubamba.
Nevado Salcantay visto desde el tren hacia Machu Picchu
A las 10:35 llegamos a Aguas Calientes, pueblo que es la terminal de los trenes antes de subir a Machu Picchu, que está situada a 2,350 metros. Allí subimos a un bus para encontrarnos con la ciudadela. A las 11:09, finalmente llegamos: Machu Picchu! «Esta es la cosa más bella que jamás he en mi vida» dice Guillaume.
Mapa de Machu Picchu y de Huayna Picchu
MACHU PICCHU
Ciudadela de Macchu Picchu
La vista es majestuosa y el conjunto parece estar en armonía con el medio ambiente. Una vez en la entrada esperamos a nuestra guía, pero ella se retrasa con otros turistas. Finalmente, decidimos partir sin ella para aprovechar del magnífico clima como del tiempo. Pierre, Tito y Guiliana parten hacia el sur, mientras que Jorge, Yoandra, Guillaume et Giuliano se dirigen hacia el norte. Vamos descubriendo los diferentes sectores de la ciudadela. Al sur está el sector agrícola con sus largas terrazas o andenes escalonados a lo largo del cerro y con un ingenioso sistema de irrigación con canales en zigzag. Al norte está el sector de la Roca Sagrada y el acceso al Huayna Picchu. Hacia el oeste se encuentra el Templo del Sol, el palacio del inca, el templo principal y el Intihuatana «dode se amarra el sol»
Mapa de la ciudadela de Macchu Picchu
Hacia el Este se encuentra el sector urbano con el barrio de las fuentes, las prisiones, la zona industrial y el templo de las tres portadas o Casa de las Vírgenes del Sol. Recorremos ávidamente las callejuelas y las escaleras del sector oeste contemplando los vestigios e imaginando cómo era la vida entonces. Las construcciones son de un estilo similar a las que se ven en Cusco. Los muros están compuestos de piedras perfectamente ajustadas. Se nota un pulido más fino y un trabajo mas elaborado en los templos y las casas principales. Llegamos al barranco del lado este y enrumbamos por las terrazas que suben hasta el Intihuatana. Tienen el mismo equilibrio armonioso entre la naturaleza y la edificación. Subimos al punto más elevado de la ciudadela donde está el Intihuatana. Es un hito esculpido en un solo bloque de granito que servía para notar los solsticios y medir el tiempo. La gente dice que tocando la piedra uno puede cargarse de energía; lo hacemos.
Terrazas frente al Intihuatana
Enseguida, descendemos por una larga escalera que nos lleva a la llamada Plaza Principal, donde el verdor del césped rodeado de los edificios de piedra crea un ambiente de serenidad y tranquilidad. Mas hacia el norte encontramos la Roca Sagrada, un monolito de superficie lisa, apoyado sobre un pedestal de piedra; se asemeja vagamente al puma protector que los Incas veneraban. Detrás de este monumento se halla el sendero que lleva al Huayna Picchu. Hay que registrarse a la entrada por las dos horas de escalada, pero no es obligatorio hacerlo para subir a la pequeña colina a la derecha. Giuliano, Yoandra y Jorge se deciden por la segunda opción.
La Roca Sagrada
Los otros miembros de nuestra expedición se quedan en la ciudadela. El camino de la pequeña colina es muy escarpado y tras algunos minutos de marcha una gran edificación de piedra se levanta sobre un promontorio desde el cual se domina el Putucusi o «la montaña feliz» que da frente a Macchu Picchu, y la quebrada que se precipita directamente hacia el río Urubamba. Después de quince minutos, arribamos a la cima, dónde ellos son recompensados con la imponente vista panorámica de la ciudadela y del Intihuatana con las terrazas de su entorno.
Vista de la ciudadela y del sector agrícola al fondo
La bajada es algo más peligrosa que la subida. De regreso en la ciudadela notamos la ausencia de Guillaume y partimos en su búsqueda en dos grupos. Visitamos esta vez el lado este donde se encuentran los sectores urbano e industrial. Con tantas escaleras estrechas que circundan los edificios el lugar se parece a un laberinto. Una vez mas intentamos transportarnos en el tiempo para imaginar los antiguos aldeanos y los trabajadores. Uno de los edificios contiene dos tazones cóncavos de piedra labrada posiblemente empleados como morteros.
Sector Industrial
Las habitaciones se vuelven mas pequeñas cerca de un farallón y la arquitectura se torna menos elaborada. El precipicio que bordea el meandro del río Urubamba está igualmente acondicionado con más terrazas. El detalle principal en este sector es la Piedra del Cóndor donde el cuello pico y el collar emplumado están esculpidos en la roca plana sobre el suelo.
Construccion al borde del farallón del lado Este
AAntes de volver a la calle de las fuentes, nos encontramos con Guillaume que había sido avisado por Yoandra que lo buscábamos. La calle tiene gradas y se compone de una serie de pequeños estanques los unos a continuación de los otros y unidos por una canalización construída entre las piedras. La frescura que emana nos alivia del calor. Nos agradaría quedarnos un poco mas de tiempo en la ciudadela, pero el tren de regreso está previsto para las 3:45 p.m.
Plaza Principal
Nos alejamos del lugar para descender a «Aguas Calientes», donde los adultos tomamos una cerveza «Cuzqueña» y los niños beben Inka kola, una soda peruana. Estamos cansados pero muy contentos de nuestra experiencia. Dejamos la estación a las 3:55 de la tarde en el coche «E». En la ruta, Pierre y Jorge intentan tomar una foto de uno de los más bellos nevados, sin conseguirlo. La noche cae rápidamente y contemplamos en el cielo la “Cruz del Sur” por primera vez. A las 7:30 llegamos a la estación de Poroy donde bajamos para tomar la camioneta de Rafael y volver más rápido al Cusco. Esta opción nos permite ahorrar casi una hora de viaje en tren. Cruzamos el barrio de Santa Ana con sus calles sinuosas repletas de sombras. Antes de llegar al hotel, Rafael recomienda el restaurant «Sabores del Inca» para la cena. Una vez más optamos por la sopa «chairo», un tanto diferente esta vez pero igual de buena! Terminada la comida, entramos a un café Internet para revisar nuestros mensajes.